26 marzo 2009

¿ME QUIERES?


- ¿Me quieres? -



- Si te respondiera no te diría la verdad ya que hablaría con la razón y no con mis sentimientos. Lo que en mi interior siento no quisiera limitarlo con palabras, no alcanzarían ni frases ni párrafos e incluso, ningún discurso por muy largo que fuese podría expresar lo que siento. Si existiera una manera de expresarlo no seria con palabras o letras. Para expresar lo que siento, tendríamos que viajar a la luna y desde ahí mirar el cielo lunar y ver las estrellas más cerca de lo que se podría desde aquí apreciando su belleza. Y aún así, cuando descubras por qué las estrellas brillan y están suspendidas en el espacio infinito, sabrás si te quiero, por qué y cuánto lo hago.

-¿Me amas?-

-Sí, Te amo.



09 marzo 2009

DESTINO


Después de un laborioso día de trabajo escolar, tareas y exámenes, el llegar a casa fue tan reconfortante como un baño tibio en una gran tina llena de burbujas o incluso un chocolatito en pleno invierno; la sensación de llegar a un refugio siempre me había sido satisfactoria y cómo siempre, al llegar a mi habitación me recosté en mi cama, con todo aquel bochorno que implica el traslado y mis mejillas aun rojas acostumbrándose a la frescura de mi habitación. Aquel día fue de lo más común y corriente hasta que mi celular sonó y que la llamada no fuera ni de mi padre ni de mi madre (que al parecer eran los únicos que me llamaban desde hace unos cuantos meses) me sorprendí, pero al final no le di importancia al hecho y contesté.
-¡Hola! ¿Me recuerdas? Soy Lilia- Dijo aquella vocecilla chillona y a la vez dulce que sonaba a través del teléfono.
Sin pensar en que fuera una broma o un número equivocado seguí la corriente de la conversación como si supiera de quien se trataba, teniendo muy presente la idea de aquella niña de preparatoria que siempre me gustó y por torpeza masculina nunca acepte su proposición de establecer una relación con ella.
-¿Lilia, de la preparatoria número nueve?- Contesté con una voz de sorpresa y tono nervioso.
-Así es, la verdad no esperaba que fueras tú, le pregunte tú número a Delia y con gran deseo esperaba que no lo hubieras cambiado después de todos estos años, pero ahora que escucho tu voz estoy muy feliz- Ella dijo con un acento de felicidad pero a la vez de sorpresa y con un esfuerzo obvio de contener un llanto.
Sin saber que contestar y esperando que en verdad no fuera un error telefónico, le explique quien era, y mayor fue mi sorpresa al enterarme que me buscaba a mí en realidad, para lo que no sabía cómo responder, ya que la sorpresa fue demasiado grande. Por fin ella me invitó a ir por un café para ponernos al día con nuestras vidas, así que accedí y finalizó la conversación con un –Tenía tantas ganas de escuchar tu voz y saber de ti y quiero que sepas que no he dejado de tenerte entre mis pensamientos- frase con la cual colgó sin dejar que pudiera decir algo, pero al tomarme desprevenido no tenia respuesta alguna, simplemente quede esperando con la boca entreabierta esperando que las palabras salieran por si solas, lo cual no fue necesario.
Llego aquel día tan esperado, la cita era en el Café de la Cuarta Avenida a las 11 horas del día. Aquella mañana no sabía si ir con un atuendo formal, casual o de algún estilo en especial, pero para no crear una mala combinación opte por jeans y una playera negra, sin pena ni gloria. Al estar a unos metros del café de la cuarta avenida logre identificar a Lilia, vestía con un vestido azul celeste sin mangas y un poco escotado, su cabello rubio que llegaba a media espalda resplandecía con el sol y su piel blanca sin rastro de imperfección invitaba a cualquiera a que se perdiera en la suavidad inmensa que parecía tener; ella al parecer también se había percatado de mi presencia. Cuando más me acercaba mi corazón latía con mayor fuerza y rapidez, temía que un ataque de pánico me venciera y quedara inconsciente a mitad de camino, pero por fin lo logré, llegué con ella la salude y me senté a un lado, en esas mesas del exterior que en el Café de la Cuarta Avenida son muy populares.
Pasaron unas cuantas horas y sólo muy pocas historias, es como si todos los momentos de los que no tuvimos oportunidad en preparatoria por fin quisieran pasar; por fin dieron las 3 de la tarde y su celular sonó, al parecer tenía que acudir a una cita importante, así que de la mesa nos levantamos, pedimos la cuenta y caminamos hasta llegar a la avenida principal, donde esperaríamos por un taxi.
Durante el trayecto a la avenida principal recordé aquellos momentos de preparatoria, donde sabia que ella me encantaba como nadie en la vida me había gustado antes, ni ahora y dudo mucho que después, pero también recordé que su belleza era notable y más de un chico deseaba estar junto a ella. Yo, al parecer, siempre fui el preferido, pero me gustaba tanto que nunca creí poder superar su pérdida si me llegaba a encariñar, así que por cobardía no quise arriesgarme a pesar de que ella intento en demasía establecer algo formal. Después de que solté una sonrisa discreta al recordar esos momentos, ella me tomó de la mano para lo que mi respiración y ritmo cardiaco cambiaron drásticamente, y en memoria de aquellos recuerdos deje que todo siguiera su curso.
Cuando por fin llegamos a la avenida principal y el taxi paro y lo que siguiera era un inevitable adiós, nos vimos fijamente el uno al otro esperando las palabras “hasta pronto” o “estamos en contacto” pero en su lugar, un beso largo y prolongado fue lo que sucedió. No lo podía creer, era como si una mezcla de sentimientos que jamás había experimentado explotaran en un instante y lo que fue un beso de unos diez segundos pareció una eternidad, una linda y placentera eternidad.
Al final sin decir una palabra ella me miro con pena, se quitó el anillo anular que llevaba en su mano izquierda y ambos subimos al taxi que se perdió sin un rumbo fijo.

Fin.