11 mayo 2009

NUEVO AMANECER


Esta vez intentare algo nuevo, explorando un territorio que jamás creí tocar. Sin embargo un nuevo comienzo implica un nuevo crecimiento.



“Quien no conoce nada, no ama nada. Quien no puede hacer nada, no comprende nada. Quien nada comprende, nada vale. Pero quien comprende también ama, observa, ve… Cuanto mayor es el conocimiento inherente a una cosa, más grande es el amor… Quien cree que todas las frutas maduran al mismo tiempo que las frutillas nada sabe acerca de las uvas.”
PARACELSO.



Domingo, final del torneo de futbol de no sé que (cómo si el futbol no tuviera suficientes juegos y torneos, por dios es lo mismo siempre), y cómo es costumbre Alejandro, mi novio, me llevó a casa de su mejor amigo a ver el torneo junto a su novia y todas las bondades de la comida chatarra.
-¡Valeria, vámonos!- me gritó mientras insistía con el claxon y yo daba mis últimos retoques de maquillaje.
Mientras nos encaminábamos a casa de Igor (el mejor amigo de mi novio) me acordé lo feliz que fui cuando conocí a Alejandro (mi actual novio), nuestras citas, nuestro primer beso, cuando empezamos a vivir juntos y todos aquellos momentos tan especiales, y aunque a mí no me guste el Futbol, estoy feliz de compartir mi vida con él.
Cuando llegamos a casa de Igor, nos apresuramos a preparar todo, porque el partido no tardaba en empezar; bajamos la cerveza y las frituras del auto y a toda velocidad cogimos tazones y platos para todo lo que teníamos. Empezó el partido y yo resignada al aburrimiento y los gritos de inconformidad hacia el árbitro y/o jugadores, estaba muy atenta al juego (cómo si hubiera tenido otra opción), pero fue muy grata sorpresa que de la cocina con una pizza casera recién hecha, entraba Ana, la novia de Igor, así que mientras ellos se quedaban en la sala viendo el partido nosotras subimos a la habitación de Ana e Igor para ver alguna película cursi o simplemente platicar.
Pasó el tiempo y Alejandro e Igor estaban dormidos por tanto alcohol que ingirieron por la euforia del partido, así que Ana y yo tuvimos una idea, revisar los cajones prohibidos de Igor, y sumergidas en la idea de la travesura nunca imaginamos el resultado tan interesante que acarrearía. Encontramos una caja completa de películas porno que por mero morbo vimos con risas y pena, pero, hubo un momento en que en una escena de dos chicas, que disfrutaban mucho su compañía, Ana y yo nos vimos, pensando como seria si intentáramos algo similar, sólo nos vimos con pena después de reírnos tímidamente y para no causar algún conflicto en nuestra amistad, me le recargué en su regazo como acostumbraba hacer, pero al parecer ella decidió arriesgar y termino besándome, pero no lo rechacé, me sentí extraña pero con un sentimiento de calidez y cariño como no había sentido antes, pronto, sin prisa y muy tranquilamente nos despojamos de nuestras ropas y repentinamente me sentí flotando en la nada, una nada cálida con muchas luces, en donde mi respiración aumentaba conforme me dejaba llevar y en donde el placer no tenía límites y cada célula de mi cuerpo explotaba de de gozo y lujuria. Ana parecía experimentar lo mismo que yo; a pesar de no habérnoslo dicho, nuestra comunicación corporal nos delató, junto con las expresiones faciales y gemidos de placer.
Al final, recostadas la una en la otra, nos olvidamos de nuestros novios en el piso inferior, así que me apresuré a vestirme, pero ella al parecer no le importaba, así que se quedó tendida en la cama mirándome como analizando como demonios pasó lo que pasó.
Cuando me termine de vestir estaba a punto de retirarme, ella me miraba con ilusión, deseo y al parecer con mucha satisfacción por lo que acababa de ocurrir, y me dijo: -Huyamos-
Cómo sí de antemano supiera la respuesta, la mire con gran ternura, la vi a los ojos y sonreí.