21 agosto 2011

CRÓNICA ONÍRICA I: DESPERTAR

NOTA: Este sueño lo tuve alguna vez, traté de describirlo como lo recuerdo sin omitir algún detalle.

El cielo resplandece de un rojo escarlata como siempre, me dirijo a mi hogar, no recuerdo de dónde. Algo me dice que no será un día normal.

Camino una última cuadra, aprecio un paisaje desconocido que me parece común. Varios rascacielos destruidos y la arena que cubre la mayor parte de la superficie, me parece algo bello y normal.
Llego a mi casa, todo es como en la realidad. Es la hora de la comida y mientras esta sucede, algo hace estremecer el suelo; inmediatamente subo al techo para averiguar lo que ocurre. Un presentimiento me dice que no es un temblor normal.

En el horizonte puedo percibir la silueta de un gusano gigante que se esconde entre la arena y los escombros que rodean el entorno, parece como si nadara, saliendo sólo a tomar aire. La criatura poco a poco se dirige hacia donde estoy, a través de saltos gigantescos. No puedo evitar sentir incertidumbre y miedo; trato de escapar corriendo por la azotea, pero sin darme cuenta, durante un salto de aquel gigantesco monstruo, una parte de él roza mi pierna dejándola con una herida poco peculiar, de la cual varios pequeños gusanos se mueven inquietamente queriendo traspasar mi piel.

Parpadeo.

Me encuentro recostado en mi cama, mi pierna lastimada tiene una venda la cual quito nervioso. Mi sorpresa es grande cuando descubro que no tengo nada de aquella herida que recuerdo, ni un solo rasguño.
Exploro mi casa en busca de alguien, no logro encontrar a nadie. Empiezo a preocuparme hasta que da pánico y salgo de mi casa.

Parpadeo.

Me encuentro en un terreno desierto, con algunos edificios en ruinas a lo lejos. El viento apenas se siente y levanta la arena rojiza que hace juego con el cielo naranja sin sol.

Parpadeo.

Sigo en el mismo lugar. Las siluetas de varias personas que caminan hacia donde estoy se ven cerca. Mientras se acercan, el viento empieza a violentarse más, como advirtiendo. La arena que revolotea en mis alrededores me permite ver sus rostros, sólo puedo distinguir su vestimenta, gabardinas negras que les cubren hasta los tobillos, y unas capuchas que cubren sus cabezas. Repentinamente me empiezan a rodear, formando un circulo.

Son demasiados, no puedo contarlos.

Un desconocido más con la misma vestimenta aparece y se abre paso entre los demás cabalgando una motocicleta. Entra al círculo, se quita unos lentes oscuros y desciende de su vehículo. Empieza a caminar hacia mí, no logro distinguir su rostro hasta que estamos frente a frente. Puedo percibir un rostro huesudo, parece que el espacio donde deberían ir sus ojos fue remplazado por oscuridad, además tiene cabello blanco y corto en forma de flama que le cubre la cabeza.
Por alguna razón, no siento miedo.

De pronto toma mi brazo izquierdo con su mano derecha y pronuncia unas palabras que no entiendo.

En mi brazo queda una marca que empieza a quemarme insoportablemente.

No aguanto el dolor.

Cierro los ojos.

Despierto.

Sólo siento tranquilidad.