Hace mucho tiempo existió una aldea llamada Teolan, una aldea humilde donde la gente vivía con una gran modestia. En esta aldea todos han vivido cómodamente, han tenido todos los servicios básicos y necesarios como la electricidad o drenaje pero aquí todas las personas disfrutaban de lo que podría decirse anticuado, ya que preferían leer libros frente a la chimenea, ir al lago cerca de la aldea para tomar un baño al aire libre y el disfrutar ver las estrellas en el cielo iluminando los techos de las casas y la luna que con su destello cubriera alguna habitación de su intenso brillo azul celeste.
En aquella aldea cual lujos no eran importantes, vivía un niño llamado Zul de unos 6 o 7 años de edad, que a pesar de vivir en un lugar de en sueño tenia una ambición sin cumplir que le impedía a su alma disfrutar la vida en aquel lugar. Zul era según la denominación popular, una persona de clasificación “fea”, pues entre sus rasgos se encontraban una nariz ancha con forma de una gran papa deforme, labios gruesos y resecos por la falta de líquidos que consumía, cejas tan anchas como las de un azotador con exceso de bello en su cuerpo, cachetes que colgaban un poco por su exceso de peso, era un poco regordete y debido a ello se había propuesto dejar de comer chicharrones y cueritos en el recreo; pero la pena de Zul no radicaba en la falta de estética con la que fue bendecido, sino en la eterna soledad que sentía su corazón al ser rechazado por las personas que el quería conocer o le hubiera gustado conocer, más bien; ya que por más que lo intentaba, le era imposible conseguir una novia, intentaba de todo, desde llevar serenata, comprar docenas de flores e incluso recitar hermosos poemas, pero sus esfuerzos eran vanos.
Zul por su corta vida no conocía muchas cosas y necesitaba aprender muchas otras, pero había algo que sabia muy bien, la felicidad no radicaba en el físico pero era importante para alcanzarla, o eso era lo que creía. Existieron días en que sentía que su vida no era necesaria para la humanidad, eso sí, nunca tuvo sentimientos suicidas pero su gran optimismo siempre lo llevaba a tener días alegres y felices aun a pesar de su situación aparentemente de desgracia, ya que para él le era difícil conseguir novia pero conseguir amigos era un objetivo simple.
Cierto día a Teolan llego una familia que proveniente de la cuidad conformado por un señor de apariencia de una persona mal encarada, de cuerpo robusto, bigote prominente y con unos lentes obscuros de forma cuadrada que intimidaban con tan sólo imaginar que esos ojos desconocidos podrían estar viendo a cualquier sitio, con él iba una señora que aparentaba tener unos 40 años y que irradiaba a cualquiera con su gran carisma, y por ultimo con ellos se asomaba a espaldas del señor una figura diminuta la cual pertenecía a una niña con los rasgos que cautivaron a más de un niño en la aldea, era una niña de piel blanca como la nieve, cabello oscuro que destellaba un brillo azul celeste, un porte tan exquisito y tan delicado que solo se le podría comparar con aquel porte que tenia la realeza, con modales propios y una educación notable y ella llevaba un abrigo que en letras pequeñas pero legibles se podía distinguir una palabra: Tifa. Zul percibió aquellas letras de color negro que contrastaban con su abrigo color rojo escarlata, nunca supo si esa palabra representaba el nombre de la niña o si era alguna marca de ropa en especial, pero lo que sí, es que esa palabra, letra por letra, fueron grabadas con cincel en lo recóndito de su corazón.
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