10 octubre 2008

MINIMALISMO MÁGICO: PARTE II

Después de que Zul quedó en un silencio que lo alejo de espacio y tiempo aparentemente existente, regreso a su triste realidad, deduciendo que por su apariencia una chica citadina con tremenda belleza jamás voltearía a ver a alguien como él, o que si lo pudiera ver no evitaría expresar algún gesto de repulsión, así que con una sonrisa en su rostro y una lagrima de sangre proveniente de su corazón su mente se entendía con un pensamiento: el no acercarse a la niña inalcanzable.
Un día cuando Zul iba camino a la escuela, se topó con aquella niña que él bautizó como Tifa y por la idea que había penetrado en sus pensamientos, se impidió acercarse a ella, y fue mientras que él trataba de evitar aquel suceso fue que “Tifa” notó que a ese chico nunca lo había visto en la aldea y ella por ser de una mente abierta y amigable quiso saber su nombre para poder conocerlo. Zul al ver que ella estaba encaminada en dirección a él, el miedo y la ansiedad empezaron a invadirlo y fue que empezó a correr para que no lo pudiera ver, corrió y corrió hasta que la perdió de vista y pudo estar tranquilo.
Y así con el paso del tiempo surgió una rutina, “Tifa” perseguía Zul para llegar a conocerlo y Zul corría para no ser visto y para poder evitar su gran miedo, pero cierto día durante la hora de salida de la escuela Zul se encontró a Tifa de frente repentinamente, ambos se quedaron viendo uno al otro por unos segundos, el tiempo avanzaba lentamente, y de repente Zul reaccionó violentamente empujando a Tifa para poder salir corriendo de ahí como era costumbre. Al concienciar lo que había hecho, Zul quedó arrepentido de su actitud tan terrible y con todo su sufrimiento quiso estar solo para desahogar todo el sufrimiento que en él se contenía y desahogar su llanto sin interrupción, sin que los demás soportaran su estruendo al sollozar, fue cuando se interno en el bosque donde las personas de la aldea temían entrar por miedo a las hadas.
Cuando Zul por fin encontró un lugar para desahogar sus penas sólo un pensamiento pasaba por su mente: - por fin había visto a Tifa tan cerca y arruiné ese momento tan importante-, también pensaba una solución para remediar y compensar el daño que hizo sin tener que correr en el intento. Por haberse concentrado en su tristeza, Zul jamás se percato que tan profundo se había adentrado en el bosque, y cuando reaccionó ya no sabía cómo regresar a casa, fue cuando pensó- “Creo que es lo mejor, mi corazón no podría soportar ver una estrella tan cerca y no poderla tomar”- y de repente, mientras Zul se resignaba a su cruel destino, escuchó una voz, alguien pedía ayuda a lo lejos, pero lo que oía era un timbre de voz que jamás había escuchado, muy agudo y con un eco que resonaba en su cabeza, no en el entorno, Zul no le dio importancia a la rareza del suceso y fue a donde él creía que provenía la voz. Aquella voz se adentraba más y más en el bosque, mucho más de lo que ya Zul se encontraba, corrió y corrió hasta llegar que llegó a un lago, fue donde se desconcertó al ver que una pequeña hada estaba luchando contra el agua del lago que no la dejaba extender sus alas para poder volar. Zul sabía que si se zambullía en el lago generaría una pequeña ola que podría cubrir a la pequeña hada, fue entonces que vio una rama lo suficientemente larga como para que el hada se sostuviera en ella. El hada tomó la rama, y Zul tiro con cautela para no lastimarla. Cuando el hada recuperó el aliento, vio a su salvador, y en gesto de agradecimiento le dijo a Zul:-“Gracias, en muestra de gratitud te concederé 2 deseos sean cual sean”-. Zul no podía pensar en otra cosa más que en Tifa, y fue cuando, sin dudarlo y con las palabras desde su corazón dijo: -“Mi mente sólo la ocupa una persona, de igual forma mi corazón, y sería feliz si mi vida también estuviera con esa persona. Lo único que necesito es valor para acercarme a aquella niña, el valor solamente lo conseguiré de una forma. ¡Desearía no ser feo!”-. El hada, antes de cumplir su deseo le advirtió que algo de igual valor debería ser intercambiado para poderse realizar el deseo y que en este caso, sus sentimientos puros y sinceros se eliminarían de su persona a cambio de hacerlo estéticamente perfecto. Zul, sin importarle lo demás, aceptó, y al instante su deseo se cumplió.

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